Esta bebida alcohólica, antiquísima y mitológica, se obtiene a partir de la fermentación, a temperatura controlada, de una mezcla de agua y miel

La historia apunta al hidromiel como la primera bebida alcohólica fermentada consumida por los humanos. En la cueva de la Araña en Bicorp (Valencia), se descubrió una pintura de unos 7000 años de antigüedad en la que aparece representada una figura humana recolectando miel. Dado que la miel contiene levaduras, es de suponer que en algún momento el agua de la lluvia diluyera la miel, facilitara la fermentación y, con ello, la obtención del hidromiel. Esta bebida se cita ya en versos del Rig Vedá, uno de los libros sagrados del vedismo, datado entre 1700 y 1100 a.C.

El hidromiel era muy consumido por los griegos, que lo denominaban melikraton. También para los romanos era una bebida común. Se cita en multitud de relatos pertenecientes a la mitología germánica; en la popular ópera de Richard Wagner, La valquiria (“Die Walküre”), el hidromiel se considera una bebida reservada a los héroes y escogidos. Según la tradición teutona, para engendrar hijos varones debía consumirse hidromiel durante un ciclo lunar. Celtas, normandos, vikingos y otros pueblos lo consumían en abundancia. Le atribuían propiedades energéticas, digestivas y relajantes. También los mayas, en América, disolvían miel en agua con trozos de corteza de árbol y la hacían fermentar, para su consumo en fiestas.

Según Plinio, la primera receta para la fabricación del hidromiel se debe a Aristeo, rey de Arcadia.

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